En las últimas décadas, los fabricantes de autos han hecho todo lo posible para demostrar que ellos comprenden la amenaza que sus productos representan para la sociedad promoviendo vehículos «más verdes» en las muestras automotrices o publicitando su enorme preocupación por nuestro bienestar, especialmente el de nuestros niños.
Sin embargo, Greenpeace advirtió que esto es sólo «greenwashing», y es que de acuerdo a un reporte de sus representaciones en el este de Asia y Alemania, las decisiones corporativas de esas empresas dicen otra cosa. Una en que la huella del carbón de la industria global de autos equivale al nueve por ciento de las emisiones de gas de efecto invernadero lanzadas en el 2018.
Eso significa que esta industria arroja más de estos gases que todas las emisiones de miles de fábricas, plantas de energía y aeroplanos en toda la Unión Europea.
En el análisis señalan a 12 compañías automotrices como las principales contaminadoras: Grupo Volkswagen, la alianza Renault-Nissan, Toyota, General Motors, Hyundai-Kia, la corporación Ford Motor, FCA, Honda, grupo PSA, Suzuki Daimler AG y BMW AG.
Solo en el 2018, la huella de carbón de Volkswagen excedió la emisión de gas de efecto invernadero de toda Australia.
Ford, General Motors y Fiat-Chrysler tuvieron la más grande huella de carbón por vehículo debido a que la venta de carros en los Estados Unidos la dominaron la SUVs y las camionetas pick up, siendo las SUVs la peor pesadilla del cambio climático.
El plan de Hyundai-Kia de incrementar agresivamente la proporción de SUVs en su portafolio de productos inevitablemente llevará a emisiones de CO2 más elevadas, refirió Greenpeace.
Acusó que fabricantes de automotores como VW, Renault-Nissan y otros en la lista están conduciendo al cambio climático, y no están haciendo remotamente lo suficiente, ya que estas compañías han aprovechado huecos en las leyes, manipulado datos e instalando dispositivos en sus productos para hacer trampa en las pruebas de regulaciones, mientras cabildean en oposición a las fuertes regulaciones contra el cambio climático, y han fallado en comercializar vehículos compartidos o eléctricos de forma significativa.
Además, aseveró la organización, han fracasado completamente en la transición de alejarse del diésel y carros a base de gasolina, y la promoción de carros híbridos y la mejora en eficiencia no son nada más que «curitas» para solucionar una crisis tan seria.
Añadió que esto no significa que el mundo esté suplicando por manejar exclusivamente vehículos a base de combustibles fósiles, sino que la industria se rehúsa a innovar en una forma que dé en gran medida a las personas la libertad para elegir transportes más verdes, limpios y seguros para el clima y nuestra salud.
Greenpeace mencionó que al firmar el acuerdo de París, los líderes mundiales convinieron en la necesidad de una rápida transición a un sistema de transporte amistoso con el clima para prevenir el calentamiento del planeta por encima de 1.5 grados. Esto significa mejorar y extender el transporte público, creando redes que funcionen con energía renovable, invirtiendo en infraestructura para ciclistas y peatones, e incrementando la adopción segura de soluciones de micro movilidad.
Pero no depende de los responsables políticos, agregó, la industria de vehículos necesita mejorar su juego y eliminar gradualmente todos los vehículos diésel y de gasolina, incluyendo los híbridos, y que se termine la venta de todas estas unidades nuevas para el año 2028, y que los fabricantes de automóviles produzcan vehículos más pequeños, más livianos, más eficientes y eléctricos.
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