Sobreproducción, el uso de químicos contaminantes y de energía, así como la huella hídrica son algunos de los temas que hacen de la industria de la moda la segunda más contaminante de nuestro planeta. A esto se une la preocupación por su impacto social.
Si preguntamos a una audiencia de mujeres cuantas prendas compraban hace 10 años y cuantas compran ahora cada mes, seguro que nos contestan que la cifra se ha incrementado. Esta encuesta fue la introducción al tema y al panel que trataba sobre el futuro de la moda en la conferencia mundial de IWF celebrada en Barcelona recientemente bajo el título: Visionarios y Exploradores.
Los datos señalan que 7 billones de personas consumen más de 100 billones de prendas. Muchas de estas no llegan a venderse, ni a ser estrenadas y acaban en la basura. De allí a la incineradora, a los vertederos y muy pocas al reciclaje, menciona en un artículo Forbes.
Muchos en la industria están ya tomando medidas porque si la tendencia continúa el desastre va más allá de lo medioambiental y afecta lo económico. El informe de BCG, «Pulse of fashion» detalla los datos.
La industria de la moda además de enfrentarse a estos problemas afronta otros retos derivados de la digitalización y transformación tecnológica. La venta al detalle se resiente y las tiendas que han sido la base de la distribución del sector son forzadas a cambiar. Surge un nuevo concepto de tiendas efímeras pop up stores que facilita la experiencia sensorial puntualmente y de forma transitoria. También los showrooms donde uno acude a ver la colección, pero compra en línea.
Planteado como una reflexión sobre las soluciones que aporta la tecnología y los nuevos modelos, se abrió un debate de la mano de Misha Nonoo, fundadora de la marca de moda que lleva su nombre, Jeniffer Fleiss, co fundadora de Rent The Runway y después de JetBlack y de Beatriz Bayo, directora de Responsabilidad Social Corporativa de Mango.
Micha Nono, emprendedora, pone su esfuerzo y enfoque en fabricar bajo pedido además de usar materiales libres de sustancias químicas. Es su manera de atacar la sobreproducción. Decidió dejar de vender a través de los canales tradicionales como Neiman Marcus o Bergdorf Goodman, para centrarse en el canal directo al cliente. Su argumento de venta es que es mejor comprar menos y gastar menos en algo mejor y personalizado.
Por su parte Beatriz Bayo lleva a cabo programas para animar a sus clientas a reciclar. Comenzaron con una prueba piloto en Barcelona y ya tienen contenedores en 400 tiendas. Por otro lado están las conversaciones difíciles que tiene con los compradores para reducir inventarios. Atacar la sobre producción no es fácil. Y una de las soluciones son las iniciativas internas para acercarse a la economía circular.
Jeniffer Fleiss impulsa nuevos modelos de negocio, con la posibilidad de alquilar, y así ensanchar la vida de una prenda, al usarla otra persona. En Jetblack, los clientes pueden comprar con un mensaje de texto. Lo importante es conocerlos muy bien y acertar con la recomendación. Jetblack es uno de los proyectos estrella de la incubadora de Walmart.
Así ellos aportan su parte, tal vez no resolviendo del todo la situación, pero sí avanzando hacia soluciones para un mundo mejor.
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