China no es el único que ha respondido de manera agresiva a las amenazas de aranceles del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Rusia se ha mantenido y progresado en su objetivo de «desdolarización» para reducir su vulnerabilidad ante la posibilidad de una sanción.
Desde el 2018, Moscú ha reducido su número de activos mantenidos en dólares, principalmente bonos estadounidenses, pero su progreso ha sido lento dado que el uso del dólar está arraigado en muchas transacciones.
Por su parte la participación del euro en las exportaciones rusas se mantuvo a la alza por cuarto trimestre consecutivo, a cuenta de la moneda norteamericana. La utilización del euro con la Unión Europea y China de hecho ya casi ha superado al dólar, lo cual refleja un progreso sustancial en estos objetivos, menciona el portal sputniknews.com.
La mitad del comercio actual ruso, que ronda los 687 mil 500 millones de dólares, implica el uso de la divisa estadounidense. Pese a ello, Rusia concluye apenas el cinco por ciento de sus acuerdos con Estados Unidos.
Otro motivo que orilla a Moscú a rechazar el dólar radica en el hecho de que diferentes empresas rusas sufren retrasos en los pagos internacionales porque las compañías occidentales tienen que buscar el permiso de EE.UU. para realizar sus transacciones.
Pero las cosas ya están cambiando. Esto puede observarse también en el comercio ruso-indio, estimado en 11 mil millones de dólares. El rublo se utiliza en tres cuartas partes de los acuerdos que se han cerrado entre ambos países.
El pasado 3 de agosto, Estados Unidos anunció nuevas sanciones a Rusia por el supuesto envenenamiento del ex agente de inteligencia ruso Serguéi Skripal. Moscú ha negado en varias ocasiones su implicación en estos hechos.
Parte del castigo incluye la prohibición a los bancos estadounidenses de comprar en los mercados primarios deuda soberana no denominada en rublos, y otorgar créditos no denominados en rublos al gobierno ruso. Además, las nuevas sanciones implican la exigencia de Washington a organizaciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional de que no concedan créditos a Moscú.
El tipo de cambio de la moneda rusa cayó el 2 de agosto hacia sus mínimos de los últimos dos meses y se situó en los 65.4 rublos por dólar. Esta caída se debió a la confluencia de varias circunstancias externas, como la disminución de precios del petróleo, introducción de aranceles de EE.UU. a las importaciones chinas y la reducción del tipo de cambio por parte de la Reserva Federal.
Pese a esas circunstancias, expertos consideran que el debilitamiento del rublo será moderado. Parte de las estrategias que soportan esta circunstancia es una posible pausa en la compra de divisa extranjera, el nivel de inflación que maneja el país y su volumen de balanza de pagos.
Además, el año pasado Rusia aprobó su nueva regla presupuestaria, según la cual todos los ingresos recibidos por la venta de petróleo y de gas, que superan al nivel básico, se utilizan para comprar la moneda extranjera o se invierten en el Fondo Nacional de Inversión de Rusia, lo que le sirvió en ese entonces para paliar efectos negativos que le causaron sanciones y sirvió para apoyar a su moneda.
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